Yo soy Yimmy José Gómez Lozano...

Y tenía siete años cuando me pasó. Y si a esto añado que el caso no es reciente, y que mucho de los acontecimientos incluidos en este verdadero relato ocurrieron [] quedarán satisfechos los lectores más exigentes en materias cronológicas. A los sentimentales he de disgustarles desde el primer momento diciéndoles que soy profesor en un instituto, de una eminente asignatura que no quiero nombrar. He consagrado mi poca inteligencia y mi tiempo todo a los estudios [] encontrando en ellos los más puros deleites de mi vida.

 

Soy venezolano. Nací en Machiques de Perijá, al pie de la Sierra de Perijá. La nacionalidad venezolana y yo somos hermanos, pues ambos nacimos al amparo de aquellas eminentes montañas, cubiertas de verdor todo el año. Cuando yo tuve edad para resistir el cansancio de esas expediciones, hice mis estudios de primaria en el Colegio San Antonio (1987-1992). Solo o acompañado por mis primos y otros chicos de mi edad, empecé a ir al Colegio San Pablo donde está esculpida la historia de mi bachillerato (1992-1997). La naturaleza de los sitios en que pasé mi infancia ha dejado para siempre en mi espíritu impresión tan profunda, que constantemente noto en mí algo que procede de la melancolía. Esa amenidad de la grandeza de mi familia; los sonoros y pintorescos ríos; las charlas en la acera frente a mi casa y sus ecos que se repiten en mi cabeza incesantemente; y que tienen todos indudablemente algo mío.

 

Tenía yo más ambición de gloria que de riqueza, y me marché a la ciudad de Pamplona en Colombia donde adquirí mi diploma en Idiomas Modernos (2001-2006). Después de graduarme pasaba por profesor de inglés en el Centro Venezolano Americano del Zulia (2007). Cuando ya tenía para vivir con cierta holgura, me vine a Holanda, con la idea de que pronto se me abrirían aquí fáciles y gloriosos caminos; y en efecto, después de ocuparme en olvidar lo que sabía para estudiarlo de nuevo, cursé Lengua y Cultura Española en la Universidad de Ámsterdam, donde empecé a ver más hermosos horizontes, trabé amistad con jóvenes de mérito y con afamados maestros, frecuenté círculos literarios, ensanché la esfera de mis lecturas y avancé considerablemente en mi carrera, hallándose muy luego en disposición de ocupar una modesta plaza en el IJburg College (2014-2017) y de aspirar a otras: Alkwin Kollege (2017) e Hyperion Lyceum (2017-2019). Tres años hace que trabajo en Hyperion, y ésta es la hora en que no tengo un motivo de queja.

 

Me he acostumbrado a trabajar entre el bullicio de la música, y aun parece que los gritos de las canciones me estimulan a la meditación. Oigo La Llorona como si oyera el ritmo del mar, y creo –tal poder tiene la costumbre que si me falta el ¡No sé qué tienen las flores, llorona! no podría preparar mis lecciones tan bien como las preparo hoy.4

____________________

A la manera de Benito Pérez Galdós en El amigo manso (1972: 10-18).